“Cuando
de la Madre Tierra brota un manantial, las nuevas aguas surgidas buscan sus
cauces.
Lo
mismo acontece en el artista creador; siente que sus entrañas son removidas por
un deseo indefinible de brotar, de decir o de hacer.
Así
cuando aflora su impulso creador, lleva aparejada la técnica que éste necesita
para su mejor expresión”
EL PINTOR
“BIOGRAFÍA DE
PEDRO DE CASTRO
Pedro
de Castro
nació en la Villa
de El Escorial (Madrid-España) el 12 de marzo de 1925, murió en San Lorenzo de
El Escorial el 29 de marzo de 2001.
Sus aportaciones técnicas son realmente únicas en el mundo.
Sus aportaciones técnicas son realmente únicas en el mundo.
De
origen humilde, hijo del jardinero del Patrimonio Nacional José de Castro y de Ricarda Fernández, ama de
casa. Solamente pudo asistir a una escuela de primaria del Estado desde los
cinco a los ocho años de edad; en su juventud se ganó la vida pastoreando por
las estribaciones de la Sierra
de Guadarrama.
Incomprensiblemente,
sin haber visto jamás una pintura, se despertó en el niño-pastor una pasión
irresistible por expresar de alguna manera sus emociones e inquietudes
internas. Al tiempo que pastoreaba el ganado, pintaba con carbones en las
oquedades de las rocas y hacía esculturas de barro, representando animales, en
las riberas de los arroyos. Hay que destacar su gran amor por la Naturaleza y su afición
a la micología.
Sobre
los doce años de edad asistió a La
Escuela de Artes y Oficios, exponiendo sus primeras pinturas
sobre papel y tela en un Hogar de Juveniles en Madrid, obteniendo un señalado
éxito.
A
partir de los veinte años abandonó sus ocupaciones en el campo y se empleó en
RENFE, lo que le permitía dedicarse más profundamente al estudio de la pintura.
Asiduo
visitante del Museo del Prado y enamorado de su siempre maestro El Greco,
realizó numerosas copias de sus obras, conservando en su pinacoteca particular
una copia del cuadro “El entierro del Conde de Orgaz”, considerada una de la
más importantes después del original.
Siempre
apoyado por su compañera incondicional, Manolita García, con la que contrajo
matrimonio el 22 de diciembre de 1952 y quien sería un pilar indiscutible en la
vida del artista, pudo aportar una gran obra a la Historia de la Pintura.
Posteriormente,
ante su inquietud por comunicarse, se hizo corresponsal de prensa, escribiendo
numerosas crónicas en los diarios de Madrid de la época.
Alcanzó,
al mismo tiempo, su madurez como pintor, pero no satisfecho en su interior,
quería hacer una clara distinción entre el pintor y el artista-pintor. Pedro de
Castro decía: “el artista ha de crear su propia obra, ha de aportar nuevas y
creativas técnicas e intuiciones de expresión”. Del forcejeo de esa lucha
interna nació una pintura que, según fuentes cercanas aseguran, el propio
Salvador Dalí bautizó con el nombre de “RELIEVE A NIVEL”, una impresionante
realidad que traspasando los límites de ésta, se adentra en una sucesión de
felices descubrimientos que impresionan al que admira su obra.
Esta
nueva técnica, a juicio de algunos críticos y pintores de su época, entre ellos
el inolvidable maestro Vázquez Díaz, es una de las mayores aportaciones
pictóricas que se han producido desde principios del siglo XIII, cuando el
pintor italiano Cimabue estableció definitivamente la técnica del óleo.
Comenzó
a exponer su Obra al inicio de los años sesenta, obteniendo un éxito notable y
haciéndose popular con el apelativo de “EL PASTOR PINTOR”, a quien los
periódicos dedicaban páginas completas. Por aquel entonces tenía su estudio en
los que fueron los camerinos del antiguo Teatro Carlos III de San Lorenzo de El
Escorial, donde acudían muchos intelectuales extranjeros, lo que le llevó a dar
a conocer su obra fuera de nuestras fronteras, en especial en distintas
capitales de Europa, Estados Unidos y Canadá. En estos países realizó
importantes exposiciones donde se quedaron, tanto en colecciones privadas como
en Museos, gran parte de su extensa obra. Es también importante en cuanto a
cantidad la obra que tiene repartida por toda España, ya que realizó numerosas
exposiciones en Madrid, Costa del Sol, Burgos, Bilbao, Valladolid, Salamanca,
Vitoria, Pamplona, San Sebastián, etc. .
En
los años setenta su evolución pictórica se centró en el estudio de las psiquis
del hombre y de la cosas, aportando una magnífica colección, realizada en tinta
china sobre papel, de lo que él mismo denominó “RETRATOS ANALÍTICO-MENTALES”. En
esta faceta el artista va desde el espíritu hacía la materia, sacando a la luz
los entresijos de la conciencia. Paralelamente realiza una serie encadenada de
muy particular sello que se puede decir, parte de una abstracción plasmada en
sus lienzos de un modo real, lo que se ha dado en llamar “REALISMO FANTÁSTICO”.
Ávido
de saber, Pedro de Castro fue un gran amante de la lectura. Entre sus libros
siempre destacaron las obras de los grandes maestros pensadores, como Sopenhauer,
Nietche, Freud, Kant, etc., ya que entre sus temas favoritos de lectura estaba la Filosofía ; aparte de la Religión , la Botánica y la gran Obra
de Miguel de Cervantes “Don Quijote de La Mancha ”, temática presente en un buen número de
sus cuadros.
Aficionado
a escuchar música, poseía varias colecciones de los Grandes Maestros, entre
cuyos favoritos se encontraban Beethoven y Mozart.
El pequeño de tres hermanos, Pedro de Castro
desarrolló una personalidad marcada por los desastres que la guerra civil
provocó en su entorno, momentos que vivió a la edad de once años, y que plasmó
en una de sus principales obras de madurez; Así titulada “la guerra civil de
España”, un lienzo lleno de dramatismo y dolor, pues fueron momentos vividos en
primera persona. El hecho, además, de padecer una grave sordera desde la niñez,
junto con la pérdida de su madre cuando era un joven de veinte años, influyeron
decisivamente en las tendencias solitarias del artista; en ocasiones,
pensamientos atormentados se reflejaban en sus obras.
Precisamente
en los primeros años como pintor buscó refugio en la soledad de la noche, que
fue una de sus fuentes de inspiración, cuando la tranquilidad y el sosiego le
permitían trabajar de una forma serena y reflexiva; la noche le proporcionaba
armonía para investigar nuevas técnicas
y formas de expresión, para meditar sobre el ser humano y la realidad.
Pedro
de Castro desarrolló un estilo pictórico muy personal, fuera de los “ismos” convencionales
de su época (Impresionismo, Expresionismo, Surrealismo) o, más bien, un
compendio de todos ellos. Pintor original y autodidacta, el gran introductor
del denominado “Relieve a Nivel” técnica en la que la pintura se convierte en verdadero bajorrelieve en piedra. Sus
colores y formas son como trampantojos poéticos y figurativos en los que cada
detalle habla. Una pintura muy subjetiva en la que el espectador, imaginando y
descubriendo, juega un papel fundamental; comparable con el fuego, donde el que
mira descubre e inventa figuras diversas. En ese mezclar colores y formas llegó
a identificar, el pintor, el propio destino y sentido de su vida.
Como
artista prolífico que fue, desarrolló una temática muy variada: bodegones,
paisajes, temas taurinos, el Cosmos, temas bíblicos, escenas del Quijote y,
como no, el Monasterio de el Escorial. Solía Pedro de Castro recorrer las
diversas rutas del monte Abantos, lugar dónde residía, en cuya falda se sitúa
la enorme mole de piedra, la “Octava Maravilla del Mundo”, que mandó construir
el Rey Felipe ll, el más poderoso de la Historia en el siglo XVl. Un entorno
mágico, donde el artista, quien poseía un poder de observación y una
sensibilidad fuera de lo común, solía inspirarse.
El
retrato fue un género que trató en contadas ocasiones: “El abuelo” donde
representó a su padre, “Retrato de familia”, varios “Autorretratos”y algún que
otro encargo.
Sus
composiciones fueron realizadas en diferentes tamaños. Pintó una magnífica
colección de cuadros de pequeño formato donde representó todo tipo de asuntos.
El mayor número de obras corresponden a composiciones de tamaño medio. En
lienzos de grandes dimensiones plasmó, principalmente, escenas de temática
religiosa como son: “Cristo crucificado”, “El sueño de Ezequiel” o “La
creación”.
Investigador
y gran estudioso de las diversas técnicas, llegó en muchos casos a fabricar sus
propias pinturas y formas de imprimación. Utilizó principalmente el óleo, pero
también pintó al temple, con tinta china o carboncillo. Como soportes utilizó,
mayormente, el lienzo, aunque también la tabla y el papel.
En
numerosas ocasiones, como en los famosos “arrepentimientos” de Velázquez, Pedro
de Castro pintaba una obra de una forma determinada y, al cabo de un tiempo,
decidía hacer cambios en la misma sin borrar la huella anterior o, incluso,
pintar encima un nuevo tema.
La
circunstancia de haber realizado su actividad pictórica en un lugar
eminentemente turístico como es El Escorial ocasionó que, en los primeros años,
fuera más conocido en el extranjero que en su propio país, especialmente en
Norteamérica donde realizó numerosas exposiciones y donde se encuentran
distribuidos más de mil cuadros de su extensa obra en colecciones particulares.
Visitaban su taller en El Escorial, un grupo
de estudiantes del Real Colegio Alfonso Xll, uno de los cuales, Tomás Paredes,
llegó a entablar una buena amistad con el artista. Tomás disfrutaba de la
locuacidad de expresión y de la riqueza filosófica de los pensamientos del
Pintor. Años después, ese estudiante
siguió su carrera profesional como abogado y crítico de arte, exponiendo un
magnífico discurso inaugural en la muestra conmemorativa, año 2004, que tanto
el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial como la familia del artista, dedicaron
a Pedro de Castro cuando se cumplió el tercer aniversario de su muerte.
Hablemos
de su última etapa pictórica. Una etapa tranquila, serena, en la que vivió
apartado de los círculos artísticos. En la década de los 80 pintó una serie de
cuadros llenos de luz y colorido donde, probablemente, reflejó su bienestar y
armonía. De ahí enlazamos con sus últimos 10 años de vida; un período donde el
artista, progresivamente, experimentó un gran declive, tanto en lo personal
como en lo pictórico. La diabetes y una gran pérdida de memoria sumieron al
artista en una etapa sin apenas actividad, relajada, aburrida, deprimida,
síntomas que acabaron con la vida del artista a sus 76 años.
En
su larga carrera como pintor tuvo la oportunidad de conocer y relacionarse con
importantes artistas y gentes del mundo del arte de su época: pintores,
escritores, galeristas, críticos, periodistas y marchantes.
En
1975 Pedro de Castro compartió las salas del Museo San Telmo de San Sebastián
con el Maestro Salvador Dalí, en la primera exposición que celebraba en esa
ciudad.
El
marchante de arte Sergio Sayles comentaba en una de las exposiciones celebradas
en la ciudad de Vitoria:”Pedro de Castro es un pintor de cuerpo entero,
profesional y responsable, con un quehacer artístico verdaderamente interesante,
muy original con una gran imaginación y con un pleno dominio de la técnica, por
lo cual no es aventurado suponer e incluso afirmar que pasará a la historia
como uno de los pocos buenos artistas de nuestro tiempo. Podría hablar largo y
tendido sobre las cualidades de su pintura, pero sugiero que ninguna
descripción remplazará al hecho de verla”.
Tuvo
varios contactos con el Maestro Pablo Picasso, quien a la sazón era director
del Museo del Prado de Madrid, el cual le estimuló y alentó a seguir por los
caminos de la pintura.
En
1967 el mecenas americano, José Mooré, adquirió numerosas obras del artista y
las expuso en la Galería Sarduy de New York. A partir de entonces se sucedieron
las muestras por varios estados americanos y son numerosos los coleccionistas
de Estados Unidos que poseen cuadros de Pedro de Castro.
En
la muestra internacional de Montreal de 1967 participó con varias obras y a
continuación la Galería
Sayles montó una gira de exposiciones por Canadá
estableciendo la exposición residente en Vancouver.
En
la exposición de Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, en 1964, Vázquez Díaz
quedó vivamente impresionado por los avances que había obtenido De Castro en su
pintura; le calificó de maestro y la definió como “una de las aportaciones técnicas
más importantes desde el siglo XIII”
Conoció
al pintor inglés Philippe Brown en los años 60, quien dijo:”La pintura de Pedro
de Castro no es ni más ni menos que el enlace o resumen de las tendencias
antiguas con las modernas impulsadas hacia el porvenir. Creo que realmente en
la obra de este artista se puede encontrar, tanto en el color como en el
asunto, las más variadas y dispares tendencias. Sobre todas estas condiciones
flota como mérito indiscutible el descubrimiento de una técnica originalísima,
quizá la más independiente, siempre hablando de materiales genuinamente
pictóricos, de cuantas corrientes en el mundo han sido.”
Destacamos
la figura del pintor Jesús Vázquez R, sobrino del artista, quien, gran
admirador del Maestro y de su técnica, sigue sus pasos desde hace años; en
estos momentos colabora con la familia del pintor en la restauración y el
mantenimiento de los cuadros.
Fruto
de su matrimonio con Manolita nacieron cuatro hijos Pedro, Gloria, Silvia y
Beatriz quienes, muy afectuosamente y con gran admiración hacia el artista,
presentan estas páginas.
Las
cualidades esenciales que distinguen a un verdadero artista creador son dos: La
primera, la originalidad; para el genio no hay modelos; la segunda, el poder de
crear obras maestras de las cuales pueden abstraerse o deducirse las reglas del
arte.-KANT “Crítica del Juicio”
Para
terminar, referimos unas palabras del propio pintor que expresó en una de sus
exposiciones celebradas en el Círculo e Bellas Artes de Madrid ( sala Goya) en
1968: “Cuanto yo pueda ser o hacer me viene dado o quitado, como a todos, por
AQUELLA ENTIDAD de la cual somos, estamos y nos movemos. Yo siempre clamo al
cielo; si me oyó o no, la
Historia lo dirá…”
Una obra fantástica que merece la pena ser recuperada...!!! Os deseo toda la suerte del mundo para que este proyecto, estupendo y realizado con el corazón, sirva para reconocer y valorar esta magnifica obra. VD
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